KOAN 5: VIAJE ASTRAL

Los caminos del Señor serán insondables, pero los de la búsqueda espiritual son rocambolescos.
Aquella pobre chica, a falta de un cierto encanto físico que le permitiera gozar con desenfreno los placeres del mundo material, se lanzó a profundizar, a escudriñar los misterios de mundo espiritual.
Buenos tiempos son estos para la búsqueda espiritual. Ofertas no faltan y las hay para todos los gustos. Así que se apuntó a todo cursillo místico-esotérico que se le pusiera a tiro. Empezó en plan suave, practicando yoga y meditación, pero el cuerpo, mejor dicho, el alma, le pedía más. Se pasó fines de semana enteros cantando mantras, aprendió a dar vueltas como los derviches, probó y vomitó ayaguasca, con setas alucinógenas vió el paisaje como si lo hubiese diseñado el mismísimo Gaudi, se dejó enterrar viva para experimentar la muerte……La mística new-age corría por sus venas convirtiéndose en una adicta a la trascendencia. Parecía que tenía prisa por alcanzar el "Conocimiento", pero en el fondo de su alma sabía que, lo único que quería conocer, era a su alma gemela. Para su desgracia,la mayoría de los asistentes a estos cursos eran también mujeres. Demasiada competencia para los escasos chicos interesados en estos temas, que encima más se parecían a besugos hervidos que a machos en celo. Los gurús acostumbraban a ser argentinos, de labia fluida y convincente, dispuestos a llevar al éxtasis tántrico a cualquier otra discípula antes que a ella.
Un día asistió a un cursillo de prácticas más o menos chamánicas. Le enseñaron la técnica para emprender viajes astrales. De noche, ya en su casa, en la soledad de su alcoba, empezó a practicarla. Silencio total. Agudizó su oído para captar el más imperceptible ruidito. Se concentraba en el fluir de su respiración. Empezó a notar como su alma se agitaba dentro de su cuerpo mortal. Sintió como un pie de materia sutil se separaba de su pierna. Otro pie traslúcido salió también de su otra pierna. Lentamente, su alma entera empezó a desprenderse de su cuerpo. Se veía a sí misma, allí, frente a ella, tendida sobre la cama. La habitación, que estaba a oscuras, ahora le parecía iluminada por luces de neón. Se sentía ligera. Se asombró al verse traspasando las paredes de su dormitorio sin ninguna dificultad. Iba lanzada. Se propuso dar un garbeo por los cielos de la ciudad. Volaba. Se desplazaba por el aire como si nadara en un océano ignoto. Le sorprendió no ser la única. Otras almas se desplazaban con movimientos de medusa. Entonces lo vió. Fue un flechazo. Era él, era su alma gemela. Estaba allí, flotando en el astral al igual que ella. Él también la reconoció. Se saludaron tímidamente… Algunas frases hechas para tantear y tontear… Finalmente se intercambiaron los teléfonos. Cada cual regresó a su casa, a su cuerpo, para ser más exactos, siguiendo el cordón de plata, para no perderse en los laberintos de otras dimensiones. 
Penetró en su cuerpo tras un leve estertor. El teléfono la sacó del aturdimiento. Lo cogió. Escuchó. ¡Era su voz! ¡Era él! 
Quedaron en un bar de la Plaza Real, comieron perdices y fueron felices.
Vivimos una nueva era. Hay infinitas maneras de conocer a un desconocido más allá de un chat de internet.




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